En cambio cuando uno no está enamorado es atrayente, es inteligente, es imaginativo, especula, se retira a tiempo, avanza cuando tiene que avanzar, es brillante, tiene esa crueldad, esa maravillosa crueldad que tanto enamora y que cuando uno está enamorado pierde.
El enamorado dice “voy a ser cruel” y resulta patético, ensaya retiradas que duran 5 minutos al cabo de los cuales llama por teléfono como un perro arrastrándose.
Cuando uno esta enamorado pierde poder, pierde mucho poder del que uno necesita para enamorar precisamente, de modo que se da esta paradoja, cuando uno más necesita este poder no lo tiene y cuando uno lo tiene no necesita tenerlo o a lo mejor lo usa nada más que para enamorar giles, de gusto, porque sí, para matar el tiempo...